Más allá del arco iris, yo estoy loca

miércoles, 24 de noviembre de 2010

El grito mudo del dolor

A navegar el abismo, a navegar el silencio, a navegar tempestades… A poco tiempo de completarse los 6 años desde el asesinato de mi papá, hay muchas que aún no sanaron y sé que no sanaran. El lunes pasado, 22 de noviembre, se cumplieron 5 años y diez meses y pese a que no mostré actitudes raras en mi cabeza siempre está presente ese momento. Todavía me sigo preguntando cuándo habrá justicia, si es que la habrá. Sigo buscando una razón lógica para lo que pasó. Y sigo creándome un mundo que no sé si será fácil para mi vivirlo todos los días.
Pronto se vienen las fiestas. ¡Hace cuánto tiempo quiero que las fiestas no existan más! No soy religiosa, por eso la navidad me da igual. Pero es inevitable recordar a mi viejo cómo le gustaban éstas cosas. Cada fiesta la paso mal y me siento muy sola. Quisiera que fuese un día normal pero por más que intente sabemos que no es así. No puedo negarme esa imagen de mi viejo abrazándome y deseándome lo mejor. No puedo evitar dejar caer las lágrimas. Siempre quise que alguien esté ahí para abrazarme y decirme que todo va a estar bien y, sin embargo, termino estando sola. Este año se me hará más difícil ya que comencé terapia y caí en la realidad de muchas cosas, lo cual me lleva a que sea más complicado. Quiero que me trague la tierra. Quiero estar con él.
Creo que algún día seré lo suficientemente fuerte como para afrontar tantos miedos, tanta soledad dentro mío. No estoy preparada para eso ni jamás lo estuve para vivir sin mi viejo. Siempre lo fue todo para mí. Quién iba a pensar que un día para el otro no iba a estar más. Desde aquel momento, todo cambió para mí. Mi pensar, mi manera de ver las cosas, mis sentimientos. Muchas veces me dan ganas de rendirme y no seguir más nada. Todos los días deseo que nada hubiese pasado. Quiero haber vivido otra vida. No me arrepiento de nada de lo que viví pero así como ese hecho cambió mi vida, creo que si nunca hubiera pasado sería todo muy diferente. Hoy sentiría esta opresión en el pecho y no lloraría por cualquier cosa. Estaría dentro de la caja de cristal de mi papá y no sería yo el cristal frágil. Cuántas cosas serían distintas. A navegar el abismo.

A navegar y navegar…